Siempre nos molestamos en agradar a personas que no nos hacen ni caso. Yo incluso llegué a enamorarme de unos cuantos... mientras otras personas que siempre estaban a mi lado veían como me iba hundiendo detrás de ellos... y, sobre todo, no recibiendo ni la mitad del tiempo que a estos les dedicaba. Y, no solo era el tiempo hablado ni compartido, sino también las horas muertas pensando en dónde estará, qué quiso decir con aquello, ¿sentirá lo mismo que yo? y más sin sentidos que se te puedan ocurrir...
Al final, esto no llevó a nada, ya que era una cortina de humo creada por mi misma. No estaban, nunca habían estado, al menos, emocionalmente. Y... ¿sabes qué aprendí? Que es mejor dedicar el tiempo (que es poco el que tenemos) a las personas que quieren compartirlo conmigo, ¿por qué iba a querer estar con una persona que no quiere estar conmigo? Parece obvio... ¿verdad? Pues no es tan fácil el camino a "Quererse a uno Mismo".
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